giovedì 8 luglio 2010

Dolce color d’oriental zaffiro…


En cuanto descendiente de familia árabe, abrigué siempre en un rincón de mi ánimo la idea de abrir, a través de la Internet,una ventana hacia la cultura y la actualidad del mundo árabe.

Hoy, que mis estudios orientales me han llevado lejos de mi tierra, la concreción de ese pequeño proyecto es, no solo la materialización de aquel secreto anhelo, sino también una bellísima oportunidad para acercarme a mi gente.

También yo, como mi abuelo Jorge, he dejado mi tierra y he cruzado océanos persiguiendo mis sueños. Pero “la sangre tira” y la tierra natal no se olvida, como no se olvida la tradición y las costumbres en que nuestros padres, abuelos y bisabuelos nos criaron. Los argentinos – que descendemos de los barcos – sabemos bien lo que eso significa.

Este pequeño espacio pretende ser un encuentro semanal con el mundo árabe observado desde un punto de vista en particular: la propuesta es descubrir la historia y la actualidad del Medio Oriente desde aquellas manifestaciones artísticas que lo tienen como protagonista. La realidad de los países árabes vista a través de la literatura, la música, el cine.

Puesto que el artista se empeña y se compromete enteramente en su obra y puesto que el arte no es nunca neutral y abstracta sino que más bien se identifica con una época, con un tiempo, con una causa, creo que una de las más hermosas maneras de conocer una cultura sea a través de su producción artística.

Así como “La Guerra y la Paz” de Tolstoi ofrece un maravilloso fresco del periodo napoleónico y de la aristocracia rusa, así como Víctor Hugo nos regala una genial descripción de la París post-Restauración, la producción artística del mundo árabe busca develar al resto del mundo sus peculiaridades, sus colores, sus aromas y matices.

Me gustaría contribuir, humildemente, a acercarlos a un pueblo al que le debemos magníficos descubrimientos en física, química, matemática, àlgebra y aritmética como así también en la filosofía, la literatura y el arte. Una sola obra literaria - “Las mil y una noche” - condensa y resume el halo de fascinación y sugestión que el Oriente Medio ejerce sobre la conciencia del viajero, del lector y cuánto más, sobre la conciencia de quienes en él reconocemos nuestras raíces.

Jorge Luis Borges atribuye a Rudyard Kipling una frase: “Si has oído el llamado de Oriente, ya no oirás otra cosa”. Espero que este pequeño encuentro semanal, sea para ustedes, como lo será seguramente para mí, una placentera ocasión para reencontrarnos con la contrastante actualidad y la cautivante belleza de aquellas tierras lejanas. Los espero.

Dante y el Islam.




Los argentinos descendemos de los barcos. Nuestra tierra acogió generosamente las ilusiones y esperanzas de millones de inmigrantes y obtuvo, como contrapartida, el trabajo duro de italianos, españoles, árabes, y tantos otros pueblos que hicieron de éste un país prospero y una segunda patria.

La Argentina, como toda América, es un crisol de razas. En nuestra sociedad se conjugan los aportes de la cultura indígena, europea y oriental. Todas y cada una de ellas han contribuido a formar nuestra identidad como argentinos. Por mis venas corre sangre árabe, italiana, española, griega y francesa. Y estoy orgullosa de ello. Soy argentina y a la vez me siento ciudadana del mundo. “Contengo multitudes”, como escribió Whitman.

Esta misma amplitud; esta misma convergencia de culturas es la que da a la obra dantesca el merecido título de “Poema Universal”; porque naciendo de un juramento de afecto (Ver Vita Nova, capítulos XXVIII-XXIX) y con el firme propósito de glorificar a la mujer amada, recoge en sí todos los elementos de la vida mundial – la historia, la política, la religión – todas las formas del arte – la lírica, la epopeya, el drama – y une todos los géneros poéticos – el himno, la sátira, la tragedia y la comedia.

Esta vasta descripción del mundo y del hombre, que termina con la apoteosis de Beatriz, no puede no incluir el aporte y la influencia del mundo y la cultura árabe. Las fuentes de Dante son numerosas y no son solamente clásicas. La biblioteca del Poeta florentino contenía también varios volúmenes pertenecientes a la producción islámica y hebraica ya que la civilización europea medieval, sobre todo gracias a las cortes de algunos potentes señores, era rica de relaciones multiculturales.

Dante vivió en una época en la que las relaciones entre el mundo cristiano y el musulmán eran muy estrechas, sobre todo en el área mediterránea. Dos importantes personajes históricos contribuyeron a reforzar los lazos entre Oriente y Occidente: Federico II, emperador y rey de Sicilia y Alfonso X el Sabio. Ambos tuvieron estrechos contactos con personalidades del mundo árabe, lo que facilitó la transmisión y el intercambio de cultura. Alfonso el Sabio, por ejemplo, creó la famosa escuela de Toledo en la que se traducían textos de todo el mundo al castellano y del castellano al latín o al francés antiguo. En esta escuela trabajó como traductor Bonaventura da Siena, a su vez amigo de Brunetto Latini, el famoso maestro de Dante. Todo este complicado círculo de conexiones sirve para probar que Dante seguramente estuvo en contacto con la producción literaria islámica de la época.

Esta es la hipótesis que avanzó Miguel Asìn Palacios , en 1919, en su obra “La escatología musulmana en la Divina Comedia” al afirmar que las analogías entre algunas obras árabes y el poema dantesco no son pocas. El ejemplo más claro es el del llamado “Libro de la Escalera” del siglo VIII el cual describe un viaje de Mahoma al infierno y al paraíso con el ángel Gabriel como guía. Este volumen fue traducido del castellano al latín y al francés por el ya mencionado Bonaventura da Siena.

En el libro de la Escalera, el Profeta, así como el Poeta en su Comedia, tiene la posibilidad de observar una serie de horrendos suplicios: los hipócritas son golpeados con una enrome piedra en la cabeza la cual aparece integra y sana a continuación de manera que el verdugo pueda repetir indefinidamente el suplicio.
El castigo de los embusteros consiste en la introducción de un arpón de hierro en la boca que les destroza las mejillas, los ojos y la nariz.

Más adelante el Profeta encuentra un rio rojo en el cual nada a mala pena un hombre, culpable del pecado de usura, que lucha por llegar a la orilla. Cuando está a punto de llegar, un verdugo lo obliga a engullir una enorme cantidad de rocas hirviendo y a volver a nadar al centro del rio. Este suplicio se repite, así como los precedentes, ab aeternum.

En estos ejemplos del libro de la Escalera no es difícil identificar la ley dantesca del contrapaso; aquella según la cual existe una relación de analogía entre el pecado cometido y la punición. Así mismo, al final del viaje en el infierno, el Profeta recibe la misión de describir a los hombres lo que ha visto de manera que ellos puedan salvarse de la condena eterna:

“ [...] Entonces Gabriel me dijo: "Mahoma, has impreso en tu corazón todo lo que has visto? Y yo respondí que sí. Entonces el me dijo: Ve y todo lo que has visto refiérelo e ilústralo a los tuyos de modo que lo sepan y se mantengan en la justa vía de la ley, y piensen y se conduzcan de manera tal que merezcan el paraíso y se salven del infierno” .

El mismo mandato recibe Dante de Beatriz en el momento en el que está por despedirse del purgatorio:

Tu nota; e sì come da me son porte,
queste parole segna a’ vivi
del viver ch’è un correre a la morte.
(Purgatorio, XXXIII, vv. 52-54)

Toma nota; y lo mismo que las digo, lleva así mis palabras a quien vive el vivir que es carrera hacia la muerte.
(Purgatorio, XXXIII, vv. 52-54)

Sin lugar a dudas, una atenta relectura de la Comedia, libre ya de prejuicios interpretativos, permitiría individuar otros indicios de un Dante conocedor del legado árabe e islámico.

Otra hipótesis interesante es la de aquellos que individuan en el célebre íncipit del canto VII del Infierno, “Pape satan, pape satan, aleppe”, una asonancia con el árabe: “bab sciaitan, bab, sciatan, alebb”, cuyo significado seria: “Es la puerta de Satanás, es la puerta de Satanás, detente”.

Pero veamos qué trato reserva Dante a importantes personajes del Islam: en el canto XXVIII del Infierno encontramos a Mahoma y a su yerno Ali entre los sembradores de discordia, es decir, aquellos que en vida provocaron laceraciones políticas, religiosas y familiares. La pena reservada a estos pecadores es particularmente atroz lo cual ha sido percibido por algunos estudiosos árabes como un insulto. De hecho, en la traducción al árabe de la Divina Comedia realizada por el filólogo Hassan Osman faltan completamente los versos del 22 al 63 puesto que considerados un error de Dante en el juzgar al Profeta del Islam.

Pero el retrato de Mahoma en la Divina Comedia es un caso aislado y una lectura más atenta del poema revela un trato sorprendentemente positivo respecto de otros personajes del mundo islámico. El Limbo es el lugar destinado a aquellas personas que, habiendo nacido antes de la venida de Cristo, no han conocido la fe católica. Por este motivo, en el más allá, no sufren pena ni castigo pero les es negada la visión de la divinidad. En este lugar Dante coloca a grandes filósofos griegos como Aristóteles y Platón pero junto a ellos, y para nuestra sorpresa, encontramos a dos grandes filósofos árabes, Avicena y Averroes (Ibn Sinas e Ibn Rushd en árabe) y un grande guerrero árabe, Salah ad-Din, conocido por sus contemporáneos como un ejemplo de liberalidad religiosa hacia los cristianos.

Cabe preguntarse entonces, ¿por qué Dante condena al fuego del infierno algunos musulmanes y a otros los salva en el limbo? ¿A qué se debe esta contradicción? No debemos olvidar que el poeta florentino vivió a caballo entre la tradición medieval en la que el Islam era considerado un enemigo y la modernidad racionalista la cual tanto debe a la cultura y civilización árabe.


Quizás la aparente contradicción de Dante pueda ser explicada como una deliberada estrategia retorica absolutamente necesaria en el clima intelectualmente represivo en el que el poeta escribió. Durante el Medioevo, las herejías religiosas podían ser castigadas con la excomunión, la cárcel e incluso la muerte. Bajo estas circunstancias, el Sumo Poeta seguramente se debatió entre no alarmar a sus lectores ortodoxos y la profunda admiración que sentía por los grandes pensadores de otros credos. Quizás, considerar esta hipótesis, sirva a los lectores musulmanes para abandonar el sentido de frustración y de ofensa que sienten al leer el canto XXVIII del Infierno. El descubrimiento de la influencia islámica en la obra de Dante sirve también para eliminar una serie de lugares comunes respecto de la incomunicabilidad entre cristianos y musulmanes en época medieval.

Para concluir podríamos recordar la novela del Boccacccio cuya secuencia narrativa es un verdadero elogio a la tolerancia en clave metafórica: un padre que poseía un valiosísimo anillo cuyos tres hijos pretendían, decide hacer dos copias idénticas de la joya y entregarlas a escondidas a cada uno de los hijos. Así cada uno de ellos está convencido de poseer el precioso anillo pero solo el padre sabe cuál es el verdadero. La simbología del anillo proporciona una inteligente respuesta en merito a cual ley “o la judaica o la sarracena o la cristiana” sea la verdadera .

La misma idea tiene su término de comparación en las palabras escritas por Ibn ‘Arabi alrededor del 1230:

لقد صار قلبي قابلا كل صورة
فمرعى لغزلان وديْرٌ لرهبان
وبيتٌ لأوثانٍ وكعبة طائف
وألواح توراة ومصحف قرآن
أدين بدين الحبّ أنّي توجّهت
ركائبه فالحبّ ديني وإيماني

“Mi corazón se ha hecho capaz de acoger todas las formas: / Es prado para las gacelas, monasterio para los monjes, / altar para los ídolos, piedra negra para los peregrinos, / Tablas de la Ley y Libro del Corán. / Profeso la religión del Amor, y voy donde me arrastre / su cabalgadura, pues el Amor es mi credo y mi fe”.

mercoledì 26 maggio 2010

The Freedom Theatre



El conflicto palestino-israelí es normalmente visto como una situación de emergencia humanitaria por lo que se tiende a pensar que el pueblo palestino solamente tiene necesidad de alimento y medicinas. El conflicto se prolonga desde hace varias decenas de años y nada indica que su fin esté cerca. Los medios de comunicación parecen sugerir que los palestinos solo saben luchar y morir.

Sin embargo toda lucha y toda resistencia tienen sus raíces en profundas aspiraciones de independencia, paz y libertad y cuando, como sucede a menudo, la política y los medios de comunicación no logran captar ni representar los más íntimos anhelos de la sociedad, el arte viene en su ayuda.

Resulta extraño imaginar que en un contexto tan hostil como el de la Palestina haya lugar para manifestaciones artísticas y sin embargo ellas son fundamentales. En un lugar como la Palestina, en donde la política influencia absolutamente todo, el arte cumple la función de representar la realidad y transmitir la complejidad de los problemas con una sensibilidad extraña a la política oficial. Además de ser una alegoría de la vida, el arte es un canal de comunicación; es un lugar de análisis, de experimentación y de proyecto.

Es este el rol fundamental que cumple en el campo de refugiados de Jenin, el Teatro de la Libertad. Construido por Juliano Mer Khamis, un actor hebreo, en si mismo símbolo de conciliación y concordia en cuanto hijo de Arna Mer, israelí y Saliba Khamis, palestino.

El teatro se propone utilizar el arte como modelo para producir un cambio social, como instrumento para desenmascarar la naturaleza del conflicto, como refugio para tantos niños traumatizados por los efectos de la ocupación.

El Freedom Theatre nació sobre los escombros del refugio para niños y del teatro che Arna Mer construyo en 1994. Aquel teatro se llamaba Stone Teather, nombre que recordaba los niños de Jenin que arrojaban piedras a los tanques israelíes en la segunda Intifada y fue bombardeado y destruido por el ejército israelí.



En una entrevista -(la entrevista figura en el hermoso libro “L’Arte come Re-esistenza” de Battistelli, Lanni e Sebastiani, Editorial Emi - Editrice Missionaria Italiana, 2009) - Juliano explica que la reapertura del teatro significó para él una venganza personal. “Me sentía enojado y frustrado, por eso decidí que mi venganza personal seria reconstruir lo que ellos habían destruido” . En un contexto de privación, cansancio y desilusión como el del campo de prófugos, el Teatro de la Libertad se constituye en productor de significados y se vuelve indispensable para que al menos la identidad cultural de un lugar como Jenin no muera.

En la misma entrevista, Mer Khamis explica: “El teatro es solo una excusa, nosotros hacemos arte en general: escritura creativa, photoshop, computación, fotografía, psicodrama, realización de films, terapia teatral. No somos una compañía de teatro en el sentido tradicional; utilizamos todos los medios que el arte nos ofrece para comunicarnos con el mundo y para reconstruir una identidad perdida. ¿Quiénes somos? ¿Hacia dónde vamos? ¿Que pensamos? ¿Por qué nos encontramos en esta situación? ¿Qué tipo de independencia queremos y cómo podemos construir identidad sin cultura? La ausencia de todas estas preguntas sirve solo para crear muchos pequeños soldaditos. La búsqueda de la identidad se logra solo a través de la cultura. Tenemos necesidad de reflejarnos. Es así que se construye nuestra personalidad: reflejándonos en una pantalla, en las páginas de un libro, creando un debate, un dialogo”.



Actualmente, las instalaciones del teatro cuentan también con un estudio de edición de videos, una biblioteca, dos aulas y un laboratorio de informática. El laboratorio de informática fue donando por un señor israelí cuya hija recibió en donación el corazón de un niño palestino asesinado por el ejército israelí en el campo de Jenin en el 2005. Otra de las tantas historias de paz-guerra-amor-odio que el conflicto palestino-israelí contiene.

En el año 2003, Juliano Mer Khamis y Danniel Danniel (Si, “Danniel Danniel”; nombre curioso y redundante como el de Boutros Boutros Ghali, ¿se acuerdan?), realizaron el documental “Los niños de Arna” que cuenta la historia del teatro y que gano el premio al mejor documental en el Tribeca Film Festival del 2004. Ya a inicios de los anos ’90 Juliano había filmado a su madre y a los niños con los que ella trabajaba. En el documental “Arna’s Children” intenta en cambio descubrir el camino que cada uno de esos niños ha recorrido desde entonces.

Las actividades del teatro encuentran obstáculos y desafíos no solo en la ocupación y la política hostil del Estado de Israel sino también en la misma sociedad, cuyas tradiciones religiosas pueden ser, a veces, muy represivas sobre todo respecto de las niñas.

El Teatro de la Libertad cuenta, entre sus logros, la historia de Zacaria Zbeide, ex líder de la milicia armada Al-Aqsa, considerado un símbolo de la intifada palestina, quien en el 2007 renunció a la lucha armada entregando su arma a la Autoridad Nacional Palestina y comprometiéndose profundamente a la resistencia cultural que lleva adelante el Teatro.



La obra del Teatro de la Libertad es monumental y digna de la mayor admiración: refuerza la identidad de un pueblo que lucha por sobrevivir y por ser reconocido internacionalmente. La resistencia cultural permite que los niños palestinos contemplen un nuevo horizonte de sentido, conserven sus valores y no caigan en la trampa de la ocupación convirtiéndose en un espejo del enemigo. El teatro y el arte contribuyen a crear una identidad fuerte, que no cede a los sentimientos de venganza, hecha de valores universales, de cultura, de conciencia y de conocimiento: “si alguien asesina a tu hijo y tú tienes la fuerza de no asesinar al suyo, tienes la fuerza de resistir y mantener tus valores, entonces eres capaz de vencerlos porque eres más fuerte como ser humano”.

sabato 3 aprile 2010

Julia Boutros – Ahibaii.


La música al servicio del nacionalismo y la resistencia libaneses; el brío y la potencia de una joven cantante como fuerza unificadora de todo el pueblo del Líbano.
Julia Boutros es una bella cantante nacida en Beirut de padre libanes y de madre palestina. A lo largo de toda su carrera, ha alternado canciones románticas con canciones políticamente comprometidas. Hija de una familia cristiana de clase alta; educada en la escuela para cristianos ricos de las Hermanas del Rosario, esta elegante cantante es escuchada y admirada en todo el mundo árabe.

En el 2006 lanzó “Ahibaii” (Mis seres queridos), canción símbolo de la guerra de los 33 días contra Israel y cuyas palabras se inspiran en la carta que Hassan Nasrallah, Secretario del Partido Hezbollah, escribió a los combatientes del mismo. La música es del hermano de la cantante, Ziad Boutros; el poeta Ghassan Matar adaptó el texto original y el video ha sido realizado con la colaboración de Hezbollah.

En “Ahibaii”, dos mensajes se entrelazan armónicamente: Julia Boutros invita a cristianos y musulmanes del Medio Oriente a unirse en defensa de un interés común, la Patria libanesa; Hassan Nasrallah, jefe de una organización shiita acepta que quien promueva su mensaje de lucha contra la ocupación extranjera sea una mujer, y como si eso fuera poco, un mujer cristiana.

El recabado de la canción – 3 millones de dólares americanos hasta Julio de 2007 – constituye un fondo de ayuda y sostén a los familiares de los mártires de la guerra contra Israel.

El Partido Hezbollah (en árabe حزب اﷲ, o sea “Partido de Dios”) a pesar de contar con un ala armada que es considerada una organización terrorista por parte de los Estados Unidos, está hoy en día profundamente comprometido políticamente, participa regularmente a las elecciones democráticas de su país y algunos de su miembros ocupan cargos en el actual gobierno. El ala política de Hezbollah está además muy comprometida en el campo social, llevando adelante una serie de actividades y coordinando numerosas instituciones que proveen instrucción, asistencia sanitaria y ayuda económica a las familias más necesitadas del Líbano.

A partir de los años ’90 y al interno de un proceso que se conoce como “Libanización de Hezbollah”, el partido lanzó un programa que incluye entre sus objetivos, la liberación de la tierra libanesa de la ocupación sionista, la abolición del sectarismo político, la promoción de una mayor libertad política y de prensa y una modificación de la ley electoral para hacerla más representativa de la población.

La fusión Boutros-Nasrallah impresiona porque consigue vencer las barreras del sectarismo religioso para brindar un apoyo concreto a las víctimas de la agresión sionista.



En el video de Ahibaii se reconoce una sociedad libanesa auténtica que poco coincide con la que los medios de comunicación occidentales nos presentan. Algunas niñas usando el hijab, otras sin él, el paisaje mediterráneo, las ruinas de un pueblito, el agua, los niños que corren alegres, los combatientes de la resistencia en uniformes y con armas modernas y finalmente el doble símbolo de la túnica negra y los cabellos sueltos que representan la difícil esperanza de unir aquello que el enemigo divide: musulmanes y cristianos, femineidad y dignidad, belleza y resistencia.

La letra de la canción puede parecer enormemente retórica para los oídos occidentales y por ello es inevitable preguntarse por qué en cambio, esas mismas palabras, tienen tanta potencia en el mundo árabe, a punto tal de obligar a personajes poderosos a desembolsar miles de dólares.

Quizás la respuesta resida en el hecho de que, en Occidente tiene valor la condición de víctima, siempre que no tenga aspiraciones de rebelión. En el mundo árabe, en cambio es también importante el rechazo contundente de la victima a sufrir pasivamente la injusticia.



أحبائي - جوليا بطرس‎

أحبائي.. استمعت إلى رسالتكم
وفيها العز والايمان
فأنتم مثلما قلتم
رجال الله في الميدان
ووعد صادق أنتم
وأنتم نصرنا الآتي
وأنتم من جبال الشمس
عاتية على العاتي
بكم يتحرر الأسرى
بكم تتحرر الأرض
بقبضتكم بغضبتكم
يصان البيت والعرض
بناة حضارة أنتم
وأنتم نهضة القمم
وأنتم خالدون
كما خلود الأرز في القيم
وأنتم مجد أمتنا و
أنتم أنتم القادة
وتاج رؤوسنا أنتم
وأنتم أنتم السادة
أحبائي..
أقبل نبل أقدام
بها يتشرف الشرف
بعزة أرضنا انغرست
فلا تكبو وترتجف
بكم سنغير الدنيا
ويحني رأسه القدر
بكم نبني الغد الأحلى
بكم نمضي وننتصر.

"Mis Amados - Julia Boutros".

"Mis amados, he escuchado vuestro mensaje
lleno de nobleza y fe.
Ustedes son lo que dicen ser, hombres de Dios sobre la tierra
y son una promesa verdadera. [2]

Ustedes son nuestra próxima victoria
vienen desde las montanas del Sol.

Alteros con los prepotentes,
ustedes liberaran a los prisioneros
ustedes liberaran la tierra.

Con vuestros puños, con vuestra ira
custodiaran la casa y el honor.
Ustedes son los constructores de una civilización
el renacimiento de vuestras montañas
ustedes son inmortales como los cedros en las cimas.
Ustedes son la gloria de nuestra comunidad.

Ustedes, son ustedes las guía
son la corona sobre nuestras cabezas,
son ustedes los maestros,
mis amados.

Beso la nobleza de vuestros pies:
honran, ellos mismos, el honor,
tienen raíces profundas en la sacralidad de la tierra.
No tropezarán y temblarán.

Con ustedes cambiaremos el mundo
el destino inclinará la cabeza ante ustedes.

Con ustedes construiremos un mañana mejor
con ustedes avanzaremos y nos será concedida la victoria.


Traducida del inglés de aquí.

martedì 9 marzo 2010

Ali Hassoun



Mientras los noticieros y los periódicos nos muestran un mundo árabe culturalmente lejano, el arte, una vez más, se propone como el medio que supera prejuicios e incomprensiones. Es el caso de la obra de Ali Hassoun, pintor libanes de nacimiento, italiano por adopción, cuya obra se expone en estos días en el Palacio de Gobierno de Siena.

El título de la exposición - “A la confluencia de dos mares”- indica que en las obras de Hassoun se funden la tradición pictórica occidental y la oriental a través del encuentro de dos culturas; la cultura tradicional y espiritual del misticismo islámico y la cultura dinámica y evolutiva del Occidente.

"Cuando se observa y se pinta el propio mundo mirándolo desde afuera, se percibe la atracción existente entre los dos pueblos y por una vez es posible olvidar la tensión que hay entre las naciones. Tengo ciertamente una visión positiva del mundo aunque admito que es una mundo trágico, por consiguiente, a través de la pintura, intento traducir conceptos graves en algo más sereno”.




El artista nació en el Sur del Líbano, en un pueblito llamado Gazieh cerca de Sidon. Allí trascurrió los primeros 18 años de su vida absorbiendo todo el calor de una tierra cultivada de naranjos, limoneros y olivos en medio de tenues colinas.

Habiendo obtenido una beca de estudios de la Hariri Foundation, llegó a Roma en 1984 para luego continuar sus estudios en la Academia de Bellas Artes de Florencia graduándose de arquitecto.

En Siena trabajó dos años como arquitecto pero la pasión por el arte fue mayor por lo que, abandonando todo, se mudó a Milano, donde pinta y vive desde hace 13 años.

Ali Hassoun está casado con Paola, una periodista italiana y tienen una hija llamada Yasmin. El es musulmán chiita y se identifica mucho con el sufismo. Paola es católica. La hija, admite con orgullo el artista, recita las suras del Corán y pide al Niño Jesús que le mande una hermanita.

Vivir en Italia le ha permitido observar la cultura árabe, la tradición islámica y el Corán con cristales y con perspectivas distintas. Y precisamente aquí en Italia profundizó sus conocimientos del cristianismo y del hebraísmo percibiendo las analogías entre las tres religiones monoteístas. “En Italia he encontrado el desierto que buscaba. Desierto en sentido metafórico con lo que quiero decir que lejos de la guerra civil del Líbano he encontrado la serenidad para emprender un viaje de búsqueda interior y de elaboración de mi propia identidad”.

La fórmula original de la pintura de Hassoun es el resultado de cuanto dicho. Al concepto de “choque de civilizaciones” el artista contrapone la idea de “humanidad”, cualidad universal que une todos los pueblos y que se funda en una espiritualidad originaria que es anterior a las diversificaciones religiosas y políticas.

EL tributo a los dos mundos, el del nacimiento, el Islam, y el de adopción, el Occidente se interpretan y se leen simple e inmediatamente gracias al eficaz juego entre el fondo y el primer plano de sus pinturas. En la obra “A scuola”, la niña musulmana que estudia tiene como fondo un particular de la “Escuela de Atenas” de Rafael, y en la obra “Untuq ya Musa” el niño que recita el Corán tiene como fondo el Moisés de Miguel Ángel. De esta manera, el artista se convierte en traductor de culturas diferentes pero confrontables, que conviven en el espacio perfectamente orquestado de sus telas. Los personajes del Islam en sus composiciones son capturados en un juego de citas cultas y de alusiones indirectas entre la figura principal y el fondo.




Un dato interesante que no tiene que ver con su obra es que el artista mensualmente organiza en su estudio de Milan un “zhikr”; una especie de encuentro espiritual de un grupo mixto que cree en un único Dios colectivo. Su estudio se transforma entonces en un lugar donde musulmanes, hebreos y cristianos recitan juntos plegarias y cantos pertenecientes a sus respectivas creencias. “Lo que intento lograr es un proceso interior de elevación espiritual autentica, capaz de llevar al hombre cerca de Dios no obstante no seamos santos sino simplemente hombres y mujeres justos. Yo pongo a disposición mi estudio, mi experiencia y mi búsqueda interior sin pretender ser maestro de ninguno, solo un compañero de viaje y amigo”.

Ali Hassoun, ejemplo de armoniosa confluencia de dos culturas, ha sido elegido para pintar el mantel del Palio de Julio 2010. Visitando la muestra en el Palacio de Gobierno de Siena no pude evitar imaginarme las obras de Ali Hassoun expuestas en la Galería de Arte Rustique en mi ciudad natal así como no pude evitar pensar cuànto le gustaría a mi padre ver esta exposición.

Màs informaciòn sobre el artista en su sitio web.

Fuente: entrevista al artista del Sole 24 Ore.

lunedì 18 gennaio 2010

"Invictus"


"Before I built a wall I'd ask to know
What I was walling in or walling out,
And to whom I was like to give offence.
Something there is that doesn't love a wall"

MENDING WALL
Robert Frost




Una película sobre la Sudáfrica de los años ’90 puede tener poco que ver con el Medio Oriente a primera vista. Resultará seguramente un poco extraño en un blog que intenta describir el mundo árabe a través de sus manifestaciones artísticas, pero decidí flexibilizar el criterio y hablar de ésta película porque, analizándola más de cerca, la Sudáfrica Post-Apartheid presenta diversos puntos de contacto con el conflicto árabe-israelí.

Merced a la destreza y habilidad de M. en el campo de la ciber-piratería pude ver hace algunos días el film de Clint Eastwood, “Invictus”, que se inspira a la vida de Nelson Mandela durante la copa mundial de Rugby del ’95 en Sudáfrica. En esta historia, vemos a Mandela apenas instalado en su cargo de presidente, resultado de las primeras elecciones multirraciales en el país, intentar la reconciliación de la población sudafricana a través del apoyo a la nacional de Rugby, los Springboks, en un momento en que tanto el rugby como los Springboks eran vistos como un símbolo del Apartheid y del dominio blanco sobre la mayoría negra.

El neo-presidente no solo sostiene la continuidad del equipo de rugby sino que lo envía, cual embajador de buena voluntad, a los lugares más pobres habitados por la población negra para realizar clínicas de rugby bajo el lema “One Team, One Country” (Un equipo, un país), en un admirable esfuerzo por lograr la reconciliación de una nación todavía marcada por la violencia y el racismo.

Ahora, teniendo el ejemplo de Sudáfrica y habiendo nacido en un país, Argentina, en donde españoles, italianos, alemanes, árabes, polacos y otros conviven pacifica y civilizadamente habiendo contribuido, cada uno con su diversidad, a construir la Nación Argentina, me resulta difícil aceptar que en Israel/Palestina, árabes e israelíes no puedan vivir unidos y trabajar hombro a hombro para la construcción de la paz en la región.

La realidad es innegable: el moto sionista “Una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra” era falso. Existía un pueblo sin tierra pero no existía una tierra sin pueblo. La Palestina tiene una población nativa; un pueblo que por siglos la ha habitado y que, con justo derecho, la considera su casa y su patria. Israel/Palestina estará siempre habitada por dos pueblos, los hebreos y los árabes. Como Sudáfrica, como Argentina, pero también como el país en el que soy huésped desde hace dos años: Italia. Construida con la unificación de un centenar de “staterelli”, reinos, condados, ducados, principados, vino primero el territorio italiano y después los italianos (“Abbiamo fatto l’Italia, ora bisogna fare gli italiani” dijo Cavour, "Hemos creado Italia, ahora tenemos que crear a los italianos".).

La Palestina geográfica podrá prosperar sólo si existe una relación de reciproca confianza entre los dos pueblos y esto es posible solo si los que llegan, en este caso los hebreos, llegan con la leal y honesta voluntad de convivir con el otro pueblo sobre la base del respeto recíproco con particular atención a los derechos humanos y nacionales de todos.

Otro ejemplo es el país en el que planeo (¡espero!) construir mi futuro: Los Estados Unidos de América. Un país construido sobre la diversidad y el multiculturalismo en donde las minorías raciales, sobre todo la población de color ha luchado durante siglos por obtener el reconocimiento de sus derechos pero cuya lucha ha dado sus frutos.

Sudáfrica, Argentina, Italia, Estados Unidos son todos ejemplos de Estados modernos en donde la raza y la religión no son criterios validos para decidir quién es ciudadano y quién no. El cuadro conceptual-ideológico en el que operan tanto el sionismo como el islamismo se inspira al nacionalismo orgánico del culto del suelo y de la sangre que se desarrolló en Europa en contraposición al nacionalismo liberal que deriva del iluminismo y de la Revolución Francesa. El nacionalismo orgánico define la pertenencia nacional no en base a criterios político-territoriales sino en base a consideraciones culturales, étnicas o religiosas que pueden ser fácilmente concebidas como reflejo de una unidad biológica o racial. Esta concepción, en mi opinión, es no solo anacrónica sino también peligrosa porque excluye a quien es diverso y perpetúa el conflicto.

En el siglo XXI el desafío de todos consiste en rechazar terminantemente toda división maniquea de la humanidad entre fuerzas del bien y fuerzas del mal. El desafío del pueblo hebreo es el de aceptar la presencia araba en la tierra de Israel y honrar sus reivindicaciones nacionales y políticas. Abandonar la política de Potencia, la Realpolitik que se avale de la violencia y de la fuerza olvidando que las heridas de la derrota y la humillación generan y exigen venganza.

El genio de Nelson Mandela, capaz de identificar los elementos que unifican y amalgaman en lugar de hacer hincapié en las diferencias y el contraste, sirva de ejemplo a los líderes políticos que tienen en sus manos los medios para poner fin al conflicto en la región.




En la película de Eastwood, Mandela entrega al capitán del equipo de rugby una copia del Poema “Invictus” de W. E. Henley, poema que lo inspiró y lo ayudó a mantenerse en pie durante sus 27 años de prisión.

INVICTUS

Out of the night that covers me,
Black as the Pit from pole to pole,
I thank whatever gods may be
For my unconquerable soul. -
In the fell clutch of circumstance
I have not winced nor cried aloud.
Under the bludgeonings of chance
My head is bloody, but unbowed. -
Beyond this place of wrath and tears
Looms but the horror of the shade,
And yet the menace of the years
Finds, and shall find me, unafraid.
It matters not how strait the gate,
How charged with punishments the scroll,
I am the master of my fate;
I am the captain of my soul.


INVICTUS

Desde la noche que sobre mi se cierne,
negra como su insondable abismo,
agradezco a los dioses si existen
por mi alma inconquistable.
Caído en las garras de la circunstancia
nadie me vio llorar ni pestañear.
Bajo los golpes del destino
mi cabeza ensangrentada sigue erguida.
Más allá de este lugar de lágrimas e ira
yacen los horrores de la sombra,
pero la amenaza de los años
me encuentra, y me encontrará, sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el camino,
cuán cargada de castigo la sentencia.
Soy el amo de mi destino;
soy el capitán de mi alma

martedì 12 gennaio 2010

“PeaceMaker”.


En la Base Aérea de Dover, E.E.U.U., se construyó un Centro para acoger a los familiares de los caídos. Una enorme estructura con luces bajas, alfombras y sofás en donde las familias estadounidenses esperan la entrega de los cuerpos de los soldados muertos en Afganistán o Iraq.

Mientras tanto, el gobernador de la ciudad de New York asegura que los juicios a los procesados por los ataques terroristas del 11-09-01 costarán a la ciudad en torno a los $200 millones de dólares al año.

Sumado a ello, los aeropuertos de las ciudades más importantes de EEUU y Europa están invirtiendo millones de dólares para aumentar las medidas de seguridad; medidas de seguridad que incluyen scanners que podrían comportar una violación de la privacidad de los pasajeros o alimentar el mercado de la pornografía infantil.

Entre tanto, el Ministro de Defensa israelí es amenazado de muerte por sus propios ciudadanos quienes se oponen a un posible retiro de los asentamientos en los territorios ocupados y una delegación militar israelí cancela su visita a Inglaterra por miedo a que sus miembros sean detenidos y procesados por crímenes de guerra cometidos durante la última guerra en Gaza.

Hasta aquí algunos de los costos de la política belicosa y agresiva de las máximas potencias mundiales. Son éstos claros ejemplos de los frutos que se recogen cuando se siembra violencia y sufrimiento; cuando se persigue la utilidad económica a toda costa, aún a través de la industria despiadada de la guerra.

Seguramente esta política del confronto y del choque de civilizaciones para alentar los conflictos en el mundo trae ventajas y beneficios para alguien. Quizás para los productores y comercializadores de armas, para las empresas como Halliburton encargadas de proveer alimentación a las tropas americanas y sin ninguna duda para los países productores de petróleo y para una buena feta de la clase política mundial.

No obstante ello cabe preguntarse si la industria de la paz no sea igualmente rediticia. La promoción de la convivencia pacífica entre los pueblos parece no prometer enormes beneficios económicos en el corto plazo y, por consiguiente, no atrae la atención de las grandes multinacionales y de las más importantes lobbies estadounidenses. Yo en cambio creo que invertir en la educación a la paz sea conveniente y prometedor y que ello pueda reportar, en el largo plazo, beneficios de enorme magnitud no solo económicamente hablando puesto que la calidad de vida – no debemos olvidar – no se mide solamente en términos económicos.

En este sentido, “PeaceMaker” no es solo un video-juego; es también un valiente pronunciamiento a favor de la paz y una valiosa herramienta para conocer en profundidad las causas del conflicto en Medioriente.

Se trata de un juego de PC que simula el conflicto árabe-israelí con el objetivo de promover las relaciones pacificas entre palestinos e israelíes. Los participantes pueden elegir jugar en el rol del Primer Ministro de Israel o en el de Presidente de la Autoridad Palestina. La tarea es la de tomar decisiones en materia de seguridad en las fronteras, respuesta a ataques terroristas, asentamientos en los territorios ocupados, interactuando con otros líderes políticos y grupos sociales con el objetivo de alcanzar una solución estable del conflicto pudiendo ganar el premio Nobel de la Paz o ser procesado por crímenes de guerra.

Juagando al “PeaceMaker” uno alcanza a percibir la complejidad del conflicto, la imposibilidad de contentar a todas las partes y los sufrimientos, motivaciones, razones y no-razones de los dos pueblos implicados.

En un mundo gobernado por la inconciliable lucha de facciones en donde el debate está inevitablemente contaminado por las manipulaciones propagandísticas de ambos campos, un simple videojuego nos enseña que no alcanza con responder a los atentados con la represión y a la represión con los atentados y que no es posible alcanzar un acuerdo de paz mientras no se rompa este diabólico engranaje.



Quizás sea hora de revolucionar el mercado de la política internacional apostando a aquellos productos que nos proponen un desafío nuevo: no la guerra, la batalla, la muerte y la destrucción sino simplemente la paz. Después de todo ser un Peace Maker y lograr conciliar los intereses y los derechos de los diversos pueblos de la humanidad parece ser una empresa mucho más difícil que la de cualquier superhéroe. Una buena "campaña de marketing" que nos convenza de que la paz es una buena inversión de la cual, a la larga, tenemos mucho más que ganar es la clave. Para lograrlo el primer paso es, seguramente, crear más “solucionologos” y menos “problemologos”, menos “War Lords” y màs “Peace Makers”.