martedì 9 marzo 2010

Ali Hassoun



Mientras los noticieros y los periódicos nos muestran un mundo árabe culturalmente lejano, el arte, una vez más, se propone como el medio que supera prejuicios e incomprensiones. Es el caso de la obra de Ali Hassoun, pintor libanes de nacimiento, italiano por adopción, cuya obra se expone en estos días en el Palacio de Gobierno de Siena.

El título de la exposición - “A la confluencia de dos mares”- indica que en las obras de Hassoun se funden la tradición pictórica occidental y la oriental a través del encuentro de dos culturas; la cultura tradicional y espiritual del misticismo islámico y la cultura dinámica y evolutiva del Occidente.

"Cuando se observa y se pinta el propio mundo mirándolo desde afuera, se percibe la atracción existente entre los dos pueblos y por una vez es posible olvidar la tensión que hay entre las naciones. Tengo ciertamente una visión positiva del mundo aunque admito que es una mundo trágico, por consiguiente, a través de la pintura, intento traducir conceptos graves en algo más sereno”.




El artista nació en el Sur del Líbano, en un pueblito llamado Gazieh cerca de Sidon. Allí trascurrió los primeros 18 años de su vida absorbiendo todo el calor de una tierra cultivada de naranjos, limoneros y olivos en medio de tenues colinas.

Habiendo obtenido una beca de estudios de la Hariri Foundation, llegó a Roma en 1984 para luego continuar sus estudios en la Academia de Bellas Artes de Florencia graduándose de arquitecto.

En Siena trabajó dos años como arquitecto pero la pasión por el arte fue mayor por lo que, abandonando todo, se mudó a Milano, donde pinta y vive desde hace 13 años.

Ali Hassoun está casado con Paola, una periodista italiana y tienen una hija llamada Yasmin. El es musulmán chiita y se identifica mucho con el sufismo. Paola es católica. La hija, admite con orgullo el artista, recita las suras del Corán y pide al Niño Jesús que le mande una hermanita.

Vivir en Italia le ha permitido observar la cultura árabe, la tradición islámica y el Corán con cristales y con perspectivas distintas. Y precisamente aquí en Italia profundizó sus conocimientos del cristianismo y del hebraísmo percibiendo las analogías entre las tres religiones monoteístas. “En Italia he encontrado el desierto que buscaba. Desierto en sentido metafórico con lo que quiero decir que lejos de la guerra civil del Líbano he encontrado la serenidad para emprender un viaje de búsqueda interior y de elaboración de mi propia identidad”.

La fórmula original de la pintura de Hassoun es el resultado de cuanto dicho. Al concepto de “choque de civilizaciones” el artista contrapone la idea de “humanidad”, cualidad universal que une todos los pueblos y que se funda en una espiritualidad originaria que es anterior a las diversificaciones religiosas y políticas.

EL tributo a los dos mundos, el del nacimiento, el Islam, y el de adopción, el Occidente se interpretan y se leen simple e inmediatamente gracias al eficaz juego entre el fondo y el primer plano de sus pinturas. En la obra “A scuola”, la niña musulmana que estudia tiene como fondo un particular de la “Escuela de Atenas” de Rafael, y en la obra “Untuq ya Musa” el niño que recita el Corán tiene como fondo el Moisés de Miguel Ángel. De esta manera, el artista se convierte en traductor de culturas diferentes pero confrontables, que conviven en el espacio perfectamente orquestado de sus telas. Los personajes del Islam en sus composiciones son capturados en un juego de citas cultas y de alusiones indirectas entre la figura principal y el fondo.




Un dato interesante que no tiene que ver con su obra es que el artista mensualmente organiza en su estudio de Milan un “zhikr”; una especie de encuentro espiritual de un grupo mixto que cree en un único Dios colectivo. Su estudio se transforma entonces en un lugar donde musulmanes, hebreos y cristianos recitan juntos plegarias y cantos pertenecientes a sus respectivas creencias. “Lo que intento lograr es un proceso interior de elevación espiritual autentica, capaz de llevar al hombre cerca de Dios no obstante no seamos santos sino simplemente hombres y mujeres justos. Yo pongo a disposición mi estudio, mi experiencia y mi búsqueda interior sin pretender ser maestro de ninguno, solo un compañero de viaje y amigo”.

Ali Hassoun, ejemplo de armoniosa confluencia de dos culturas, ha sido elegido para pintar el mantel del Palio de Julio 2010. Visitando la muestra en el Palacio de Gobierno de Siena no pude evitar imaginarme las obras de Ali Hassoun expuestas en la Galería de Arte Rustique en mi ciudad natal así como no pude evitar pensar cuànto le gustaría a mi padre ver esta exposición.

Màs informaciòn sobre el artista en su sitio web.

Fuente: entrevista al artista del Sole 24 Ore.